lunes, 24 de marzo de 2008

Sueño n° 1

Aquella madrugada nos bajamos del colectivo en la esquina del túnel que conecta las dos Villa Adelina. Ayude a mi amiga a caminar hacia la escalera y a descenderla, porque por su estado etílico no podía mantenerse en pie. Al ser casi igual que yo de tamaño, me costaba horrores conducirla hacia nuestro destino, es decir, mi casa, a una distancia de 10 laaaargas cuadras. Mientras avanzabamos lento por la avenida yo la escuchaba decir cantidades inmensas de incoherencias hilvanadas torpemente con carcajadas. Las pocas personas levantadas a esa hora nos miraban sin mucha amabilidad, molestas por la situación. Al pasar por el kiosko más cercano, un muchacho nos cruzó y me hablo. "Necesitás ayuda, ¿no?" Y a vos que te parece... dije sonriendo. Sonrisa tímida, por lo atraída que me sentí hacia él en el momento que se encontraron nuestros ojos. Siempre me costó mantenerle la mirada a los alguienes que me interesan. "Bueno, vamos, yo las ayudo." Volví a sonreír, ahora más abiertamente, y mientras mi amiga seguía balbuceando, cada vez más pálida, le compartí un brazo y juntos comenzamos a llevarla. Las cuadras pasaron lentas pero más firmes que antes, aliviadas por la tarea compartida. Mi amiga ya no hablaba: se preocupaba ahora por mantenerse conciente mientras yo le decía en voz baja palabras de aliento. El chico reía, y yo también, y conversabamos de cosas comunes. El frio, la noche, la salida del día, anécdotas semejantes de otro tiempo. Me sentía demasiado a gusto.
Llegamos a destino, y después de abrir el portón de mi casa le dije al chico que esperara allí. Llevé como pude a mi amiga adentro, la recosté, y volví a salir. Cerré el portón y seguí hablando con el chico. Quién era, de dónde, gracias por ayudarnos. A medida que la conversación avanzaba, estabamos cada vez más cerca. Quien sabe como termine abrazándolo, quien sabe como nos besamos. Con gran pasión.

Ahí me desperté.

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