lunes, 9 de julio de 2007

El día que en Buenos Aires nevó, el fuego de un amor comenzó a arder.
Sus labios se cruzaron más de una vez desde el primer contacto, pero nunca con tanta pasión como aquella noche en que sus corazones decidieron por ellos. El frío los apretujaba, doloroso abrazo del destino. Juntos transitan por el mismo camino. El frío obliga, no alcanza con darse la mano. Los cuerpos se acercan, saltan las chispas hacia cualquier lugar. En la primera mirada sus ojos brillan, tanto que no se aguantan los ojos del otro, y bajan la cabeza. Pero no pueden con la curiosidad, y se vuelven a mirar. Se encuentran y desencuentran en los espejos del alma.
Ya el hechizo está creado y no se pueden abandonar. La nieve los rodea, los empapa, los junta cada vez más.
Y se besan y se abrazan y se hablan y se besan aun más. Y con cada pequeño roce, se enamoran cada vez más... En la noche blanca como la luna, las palabras sobran.

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