sábado, 10 de mayo de 2008

Fiebre

Domingo 11 de mayo del 2008.
03:44 a.m.

Cada día vivido aporta algo nuevo a mi existir. Incluso aquellos de apariencia irrelevante. El presente depende exclusivamente del pasado, por su condición efimera: un suspiro, y el segundo ya pasó a la historia. Las historias se construyen cada día, cada instante, si uno es conciente de ello. Conciente de que crear una propia historia es una responsabilidad. Son demasiados los que dejan que otros construyan su vida con cualquier material, generalmente por desconocimiento de causa. Ignorancia, desinterés; sea lo que sea, hay un pedazo de uno, o varios, o todos, que son construidos por otros. No quiero eso para mí. No lo quiero para nadie, pero no soy nadie para decirle a otros como ser, así que empiezo por decidir que quiero para mí. Yo quiero construir CON otros, construir un NOSOTROS.
El día de ayer podría haber sido uno más. No hubo hechos extraordinarios, grandes logros o declaraciones inéditas. Hubo cosas esenciales, invisibles a los ojos de cualquiera. Pero yo los pienso y así les doy valor, los pongo en palabras para que no se pierdan en la niebla de mi frágil memoria. Lo más importante que tengo que rescatar de este día, fue como otros fueron plasmando en mí su esencia. Una sucesión de intercambios, positivos, negativos, pero siempre de ida y vuelta.
En mi despertar, palabras de aliento, de cariño, risas telefónicas. Luego, un mediodía tratando de diferenciar amistad de trabajo, buena onda de explotación. Palabras duras, lecciones de vida y lucha de egos compartieron la escena. Al instante, la sangre siempre presente y en la mesa, la voz de la experiencia de los que me vieron nacer. Tratando de poner un poco de equilibrio en mi balanza interna, entre locura y seguridad. "La palabra para algunos no vale nada, pero si vos das la tuya, hacela valer". Más tarde, amargura en carne viva al hacerme un ovillo sobre el colchón... mi momento de soledad del día, el que me hizo abrir los ojos a lo que necesitaba para sonreír. Vueltas y vueltas, lo común en mí, y a compartir mate, gritos y mimos con mis grandes amores. Mis amigas. Conversaciones fuera de lo común, pero no por eso menos necesarias. "Eres responsable de lo que has domesticado". Volver a mi hogar, volver a estar conmigo, sentirme mejor. Y otra vez la telefonía inundandolo todo, choque de dos planetas afines pero distantes en espacio y en tiempo, en atmósfera. "La sinceridad es lo que cuenta". No es un choque, es más bien una melodía, instrumentos de viento tratando de coordinar dentro de la misma canción. Difícil, cuando las notas son opuestas... Pero intentar hace más bien que mal, hace crecer.
Crece y crece la sensación de que sola no existo. Que necesito a otros para "sobrevivir". Y no es una necesidad relativa, es una necesidad real. Como tantas otras cosas que siento necesarias, pero esta es fundamental. Poder mirar los ojos de otro, desde la misma altura. Horizontal como lo es el mar cuando vemos amanecer: es la única forma de sentir que el sol, la luz, el calor, se elevan más allá de lo imaginable.

Ya es otro día y mis pequeños malestares son físicos, no del alma. Pero hace media hora mi cabeza ardía. Fiebre: ideas subiendo de tono hasta sentir que puedo estallar sino las dejo salir. Ahora que todo está escrito... me siento mejor.

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